Una Navidad lluviosa y diferente en Nueva York

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Llueve en Nueva York. Una Navidad lluviosa y diferente. Luego de una gran nevada, como la de la semana pasada que cubrió de blanco toda la ciudad, ahora nos toca una gran lluvia justo en Navidad, empezando desde anoche, en Noche Buena.

Cada uno le da su propia interpretación a todo, pues yo lo quiero ver como una lluvia de bendiciones. Lluvia profusa que arrastra y se lleva todo lo negativo de este año a su paso. Lluvia que limpia las calles, el aire, la ciudad, la incertidumbre en la que está sumergida el mundo.

Sigue lloviendo. Se escucha afuera la fuerza del viento que parece silbar. Me uno a los millones de almas que, celebrando el nacimiento del Niño Dios, rezan y elevan una plegaria al cielo para sanar nuestro mundo. Hoy, más que nunca, la humanidad entera se une y abraza en oración haciendo una petición muy especial: salud para todos, salud para el mundo.

Decir Feliz Navidad esta vez no ha sido fácil ni cómodo hacerlo. Nos asaltan sentimientos encontrados. Claro que, pese a todo, siempre debemos, los creyentes en Jesús, celebrar su hermoso nacimiento, su gloriosa venida al mundo. Pero a su vez, esta vez, hay tanto dolor, tantas pérdidas humanas, tanto duelo en el corazón de millones de personas que han perdido a sus familiares y seres muy queridos, tanto por salud u otras razones, como por la pandemia del Covid-19 que tanto estrago e incertidumbre ha causado. Estamos en medio de una crisis sanitaria de la cual aún no tenemos idea de cuándo vaya a terminar ni qué rumbo pueda tener. Y sumado a todo ello, el impacto negativo que ha tenido en la economía, el desempleo es alarmante.

En Nueva York se siente algunos cambios lamentables.

Nueva York, considerada como la ciudad más segura de Estados Unidos y una de las más seguras del mundo, lo sigue siendo, pero con toda esta situación ha tenido un alza en casos de delincuencia, las denuncias de hurto ahora son más frecuentes. La ciudad sigue siendo bastante segura, pero, como siempre, hay que estar más alerta. Otro detalle que se observa, es el incremento en el número de desamparados. Siempre se les ve en las calles y en algunos lugares más que en otros. Hoy sientes que están en todas partes, es evidente su presencia por toda la ciudad, y se asume como resultado de esta gran crisis sanitaria y económica.

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Nueva York está golpeada y triste, pero mantiene vivo ese espíritu dinámico y emprendedor que la caracteriza. La ciudad está preciosa, bien arregladita como siempre, con un profundo dolor por dentro, pero mostrando su mejor cara como sólo ella sabe hacerlo.

Aquellos millones de turistas que suelen viajar para estas fechas no están. Se siente su ausencia. Los restaurantes lucen vacíos, por ley no pueden atender al público dentro de sus locales. Difícil resulta comprar hasta un café y no tener dónde tomarlo lejos del frío intenso del invierno. Las tiendas de Nueva York casi no tienen movimiento. Apenas un poco se vio en esta semana previo a la Navidad, pero nada comparado a otros años cuando había que pensarlo por lo abarrotadas que estaban.

Las calles de Nueva York, en algunos sectores, literalmente no se podía caminar. Aquello era un mar de gente. Hoy no es así. Pero la vida sigue, y con toda su rudeza hay que enfrentarla.

Nos toca a todos poner de nuestra parte para superar esta triste situación, y comprender que esta crisis sí es real. Por respeto al casi un millón de víctimas por el coronavirus, razonar que se trata de un drama que a cualquiera le puede pasar y nadie sabe cómo puede reaccionar.

 

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Navidad es tan hermosa y especial en todo el mundo, que siempre invita a verlo todo en positivo y con alegría. De hecho, la gente suele ser más amable y generosa con los demás, tanto, que siempre decimos que Navidad debería ser todos los días. Nunca hubiese imaginado, que justo un día de Navidad, yo estuviese escribiendo acerca de un drama. Pero es lo que hay, ésa es la realidad. Eso es lo que hoy vemos en Nueva York, y son apenas pinceladas en este cuadro de horror de nuestra vida presente, cuánto más para aquellos que han visto de frente el rostro de la tragedia. Un año más que difícil, nadie, ni en la peor de sus pesadillas habría imaginado algo como lo que ahora vivimos y que no sabemos cómo ni cuándo vaya a terminar.

El uso de la mascarilla ya es un artículo más de vestir, salir a la calle sin máscara es atentar con nuestra propia vida y la de los demás. En Nueva York es impensable. No te permiten entrar en ningún lugar si no la llevas puesta. No puedes usar el transporte público sin protección, y si te ven adentro sin ella te expones a una gran multa.

Sigue lloviendo, apenas amanece. Es Navidad. Aunque muchos estamos conscientes de la situación que vivimos, yo quiero respirar el aire que siempre nos trae el nacimiento del Niño Jesús, el Salvador del mundo. Un aire de paz, de esperanza, esperanza en que todo va a estar bien, que las cosas van a mejorar por y para el bien de todos. Que todo esto no es más que una prueba, una lección de vida de la que saldremos más fortalecidos.

La lluvia de hoy es lluvia de bendiciones, esperanza y certeza de que siempre vendrán tiempos mejores.

Sin más, donde sea que te encuentres, que tengas una feliz Navidad y que todos los sueños y deseos de tu corazón se hagan realidad. Y concluyo con una frase esperanzadora del gran escritor libanés, Khalil Gibrán: «Por muy larga que sea la tormenta, el sol siempre vuelve a brillar entre las nubes». Confiemos en Dios que esta tormenta pasará y el sol volverá a brillar para nosotros.

Feliz Navidad.

Gracias por visitar Turismo NY, bienvenido (a) siempre 🙂

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